COMBATIR EL CALOR A TRAVÉS DEL DISEÑO

En un completo estudio publicado por El Confidencial, se recogía, no hace mucho, una estadística capaz de poner los pelos de punta a cualquiera. Desde 1850, cuando empezó el proceso de industrialización en nuestro país, la temperatura media ha aumentado casi 2 grados. Y se espera que, para 2040, las olas de calor alcancen los más de 20 días consecutivos superando los 45 grados.

Y aunque todavía quedan negacionistas del cambio climático (dicen, sobre todo, que no es culpa del hombre, pero no se atreven a negar que hace mucho más calor que hace unas décadas), son datos alarmantes, que han puesto en alerta a toda la sociedad. Así las cosas, los gobiernos se han puesto manos a la obra… y la iniciativa privada, también.

Porque hay muchas cosas que se pueden hacer para combatir el calor. Y gran parte de ellas pasan por el diseño de las viviendas en las que gastamos la mayor parte de nuestro tiempo. Desde una doble perspectiva: la construcción de viviendas nuevas con materiales más eficientes en la lucha contra el calor, y las medidas a tomar en aquellas viviendas que ya están construidas pero que agradecerán mucho que sus dueños tomen algunas medidas sencillas pero muy eficaces.

Empecemos por el primer caso. ¿Cómo deben ser las casas del futuro? En el reportaje antes citado de El Confidencial se ofrecen algunas ideas muy interesantes acerca de por dónde va a ir el futuro inmediato. Reconoce el texto, eso sí, que en España estamos todavía atrasados en la puesta en marcha de estas medidas, pero consigna iniciativas a nivel global que proponen toda una revolución en la construcción:

1. Azoteas y fachadas vegetales. Ya hay lugares como Toronto o Copenhague donde la ley obliga a tener vegetación en las azoteas de los edificios de nueva construcción. Aquí tenemos algunos ejemplos, como la Torre Pelli de Sevilla, o el CaixaForum de Madrid. Estudios consideran, en cualquier caso, que los tejados ajardinados son una herramienta muy eficaz para combatir el calentamiento de los núcleos urbanos. Se cree, de hecho, que, si se construyeran entre 200 y 700 hectáreas de cubiertas verdes en Sevilla, se mitigarían todos los efectos del cambio climático. Y, por extensión, se mejorarían la contaminación ambiental, la acústica y se controlaría el drenaje de las aguas de lluvia. Todo lo cual permitiría una reducción del consumo de aire acondicionado hasta en un 25% en verano y evitando pérdidas de calor de hasta un 50% en invierno.

2. Materiales eficientes como bambú o lana de oveja. Expertos españoles participando en un equipo multidisciplinar han publicado un estudio en que se analizan qué materiales son capaces de regular la temperatura de los edificios. Se llaman materiales de enfriamiento radiativo, vinculados con la radiación electromagnética, que, que lo que hacen es no absorber la radiación solar y enviar al máximo su calor fuera de la atmósfera, al espacio, incluso durante el día. Entre estos materiales están el bambú, el hormigón de cáñamo, la lana de oveja, los bloques de paja procedentes de cereales como arroz, centeno, trigo, avena o madera.

3. Pantallas de vidrio electrocrómico. Este palabro quiere decir que, en función de la incidencia de los rayos solares, las ventanas se vuelven opacas o transparentes, haciéndose inteligentes, permitiéndonos ahorrar en calefacción e iluminación interior.  

4. Otras propuestas experimentales, como las casas flotantes. Por ejemplo, para luchar contra las inundaciones. De hecho, las Naciones Unidas consideran que la inmensa mayoría de las edificaciones actuales no están adaptadas y recomienda rediseñarlas incorporando catavientos, chimeneas solares o construirlas sobre pilotes. También se están desarrollando casas flotantes que tienen paneles solares y sistemas de recolección de agua de lluvia. O casas anfibio, que flotan sobre el agua en caso de inundación.

Pero si queremos dejar la parte de ciencia ficción para las mentes y empresas más avanzadas, y somos de los españolitos de a pie que tienen ya su casa comprada y difícilmente conseguirán otra, también tenemos unas cuantas iniciativas que tomar para rebajar el sofocante calor de los veranos del cambio climático. Veamos:

1. Colores claros en las paredes. El blanco y el azul son referentes. Como atraen menos luz, generan un efecto placebo que hace parecer la casa más fresca. 

2. Cortinas y estores anti-calor. Hay que decir adiós a la lana, la piel de animales, la chenilla, la franela y el terciopelo. Y hay que abrazarse a fibras naturales, ideales para aumentar la sensación de ligereza y frescor, ya que tienden a absorber la humedad. Ya sabes, al maletero con la alfombra peluda.

3. Plantas, las mejores amigas. Ya hemos hablado de su efecto regulador de la temperatura fuera de los edificios. Pues en el interior es exactamente lo mismo. Las plantas purifican y refrescan las estancias, dan oxígeno al ambiente y crean espacios de mucha humedad. El ficus, el bambú, la palma areca, la lengua de suegra o la planta del dinero, son algunas de las que podremos usar en el interior. Para el exterior podemos tirar de enredaderas o plantas a colocar en el alféizar, que van a minimizar la entrada de calor en la casa.

4. Utiliza velas en lugar de iluminación artificial. Esta sencilla propuesta, llamativa, quizá, puede ayudarte a bajar algunos grados la temperatura de tu vivienda.

5. Apaga toda la tecnología que no uses. Un ordenador en stand by genera calor. Ten los electrodomésticos que no necesites completamente apagados.  

6. Lo más obvio: el aire acondicionado o, casi mejor, los ventiladores de techo. Son realmente útiles y consumen mucha menos electricidad. Y, por supuesto, guarda los humidificadores, porque entonces la humedad se calentará y tendrás una casa achicharrada donde sudarás más todavía.

El último consejo, claro, es el abrazo a una virtud muy humana y casi en desuso: la santa paciencia. Mucho ánimo con este verano. Y esperemos que el cielo nos eche una mano, además de los consejos de este artículo. ¡Saludos!

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